La semana pasada, el país presenció un deleznable narcodebate, en el que un grupo de congresistas, supuestamente interesados en “defender el proceso de paz”, se fue lanza en ristre contra el valiente exfiscal general de la nación, Néstor Humberto Martínez, a quien no le perdonan la investigación que develó la operación de narcotráfico en la que estaba involucrado el capo y hoy extraditable de las Farc, alias ‘Jesús Santrich’.
Los promotores del debate: Gustavo Petro, Iván Cepeda y Roy Barreras. Su objetivo: vender la tesis manida de que el pobrecito ‘Sántrich’ fue víctima de un entrampamiento urdido por Martínez Neira a quien caricaturizan como un enemigo de la paz.
No es la primera vez que en el Capitolio Nacional se hacen debates políticos con el propósito de defender a la mafia. En septiembre de 1983, la cámara de Representantes protagonizó un espectáculo macabro. El entonces parlamentario Jairo Ortega -testaferro político de Pablo Escobar- trató de poner contra las cuerdas al ministro de Justicia de la época, Rodrigo Lara Bonilla quien acaba de asumir ese cargo anunciando que combatiría a los narcotraficantes de nuestro país, advertencia que por supuesto disparó las alarmas en las toldas mafiosas.
Ortega exhibió la copia de un cheque que Evaristo Porras -mafioso del Caquetá- había logrado colar a una campaña política de Lara Bonilla. Ese sí fue un caso de “entrampamiento”.
El temible ‘cartel de Medellín’ necesitaba sacar a Lara del camino. Por eso, organizó el debate apoyándose en un periodista de la época que estaba en la nómina de la mafia: Edgar Artunduaga.
Así, la mafia tendió un ignominioso manto de duda sobre la entereza moral del doctor Lara Bonilla y abonó el terreno para facilitar su eliminación física 6 meses después del malhadado debate.
Han pasado 37 años y nuevamente el Congreso ha sido la sede de un espectáculo de defensa política de un grupo de mafiosos. Lara Bonilla fue sindicado injustamente por Jairo Ortega. Ahora, el exfiscal Néstor Humberto Martínez está en la mira de Cepeda, Barreras y Petro quienes cuentan con la ayuda irrestricta de la periodista María Jimena Duzán.
Quieren tapar el sol con un dedo, intentando mostrar a ‘Sántrich’ como una mansa paloma presionada para traficar 10 toneladas de cocaína contra su voluntad.
Los promotores del debate: Gustavo Petro, Iván Cepeda y Roy Barreras. Su objetivo: vender la tesis manida de que el pobrecito ‘Sántrich’ fue víctima de un entrampamiento urdido por Martínez Neira a quien caricaturizan como un enemigo de la paz.
No es la primera vez que en el Capitolio Nacional se hacen debates políticos con el propósito de defender a la mafia. En septiembre de 1983, la cámara de Representantes protagonizó un espectáculo macabro. El entonces parlamentario Jairo Ortega -testaferro político de Pablo Escobar- trató de poner contra las cuerdas al ministro de Justicia de la época, Rodrigo Lara Bonilla quien acaba de asumir ese cargo anunciando que combatiría a los narcotraficantes de nuestro país, advertencia que por supuesto disparó las alarmas en las toldas mafiosas.
Ortega exhibió la copia de un cheque que Evaristo Porras -mafioso del Caquetá- había logrado colar a una campaña política de Lara Bonilla. Ese sí fue un caso de “entrampamiento”.
El temible ‘cartel de Medellín’ necesitaba sacar a Lara del camino. Por eso, organizó el debate apoyándose en un periodista de la época que estaba en la nómina de la mafia: Edgar Artunduaga.
Así, la mafia tendió un ignominioso manto de duda sobre la entereza moral del doctor Lara Bonilla y abonó el terreno para facilitar su eliminación física 6 meses después del malhadado debate.
Han pasado 37 años y nuevamente el Congreso ha sido la sede de un espectáculo de defensa política de un grupo de mafiosos. Lara Bonilla fue sindicado injustamente por Jairo Ortega. Ahora, el exfiscal Néstor Humberto Martínez está en la mira de Cepeda, Barreras y Petro quienes cuentan con la ayuda irrestricta de la periodista María Jimena Duzán.
Quieren tapar el sol con un dedo, intentando mostrar a ‘Sántrich’ como una mansa paloma presionada para traficar 10 toneladas de cocaína contra su voluntad.