No tengo la menor duda de que pretenden hacer del atentado de El Nogal otro Palacio de Justicia y están dando los pasos certeros para lograrlo.
No entiendo cómo pueden sentarse en sus curules regaladas sin sentir un ápice de vergüenza. Cómo siguen pontificando sobre la paz y la verdad, cómo tildan de criminal al Gobierno, reclaman justicia y tergiversan la Historia sin pudor.
¿Qué pensaron el jueves cuando conocieron la sentencia de la Corte Suprema? ¿No sintieron remordimiento? ¿O la celebraron como un triunfo?
No tengo la menor duda de que pretenden hacer del atentado de El Nogal otro Palacio de Justicia y están dando los pasos certeros para lograrlo. Cuentan con la ayuda de varios tribunales y de un orfeón político y social siempre dispuesto a desviar la atención y conseguir que la comunidad nacional e internacional sean indulgentes con sus salvajadas.
Lo descorazonador es que conseguirán su objetivo de culpar al Gobierno de la época mientras ellos se lavan las manos empapadas de sangre. Con un ingrediente adicional: extienden la responsabilidad a la entidad que sufrió de lleno el bombazo. Todos son culpables de los muertos y heridos excepto los asesinos.
Ahora resulta que los socios de El Nogal, ciudadanos que nada tuvieron que ver con la matanza, deberán pagar 900 millones a la familia de dos víctimas porque el club, asegura el fallo de la Corte Suprema, no supo proteger su sede pese a circular informaciones secretas de que los terroristas planeaban atentar contra algún lugar exclusivo del norte de Bogotá.
Antes había sido el Consejo de Estado el que condenó a los ministerios de Defensa e Interior a cancelar una indemnización a otros damnificados por no haber evitado la tragedia. La Corte Constitucional tumbó el exabrupto, pero sentó las bases para que demandaran a El Nogal. Aún faltan varias decisiones judiciales que seguro irán en la misma dirección: el club no tuvo en cuenta que el ministro del Interior había sido su presidente y la ministra de Defensa visitaba sus instalaciones. Sin dejar de lado que la extrema izquierda desliza la falsedad, difundida en su día por las propias Farc, de que el Gobierno Uribe se reunía allá con paramilitares. Es decir, quieren hacer creer que El Nogal era un objetivo legítimo en la guerra civil que se han inventado, y que si estalló un carro bomba fue por descuido del club y temeridad del Gobierno.
Quedamos notificados de que empresas, almacenes, centros comerciales, etc., son los culpables de la barbarie terrorista que ocurra en sus instalaciones. Cuidado con dejar entrar a militares o integrantes de los Gobiernos por poner en riesgo al resto de clientes.
Al margen de la sentencia, es evidente que existe un patrón de la extrema izquierda para exculpar a las Farc y al ELN.
En el caso de El Nogal, aunque todas las pruebas apuntaban hacia las Farc, sus defensores habituales corrieron a lanzarles un salvavidas. Pusieron en duda su participación, más aún cuando el secretariado de las Farc, algunos de cuyos miembros se pavonean en el Senado, emitió un comunicado negando su participación y culpando a Uribe, lo que agitó en su momento el debate sobre la autoría de la masacre.
“Tras una paciente, rigurosa y seria investigación”, concluyeron que ninguno de sus frentes ejecutó la carnicería. Y recalcaron que consideraban “muy sospechosa la prontitud con que los representantes del Estado y del Gobierno colombiano salieron a señalar a las Farc”.
Fueron muchas las voces, siempre indulgentes con los grupos guerrilleros, que les creyeron y pidieron investigar mejor con la secreta esperanza de que no fueran ellos. La izquierda radical lograba, por tanto, sembrar confusión y dudas y cuando ya no pudieron torcer la verdad por más tiempo, sacaron de la chistera unas extravagantes razones para dirigir las culpas hacia la otra orilla.
Por desgracia, también hubo jueces que compraron sus engaños y libraron a los terroristas de las consecuencias de su violencia. La pregunta que me hago es si hubieran fallado en el mismo sentido en un atentado ocurrido bajo un Gobierno diferente a Uribe y si entre los señalados no figuraran Marta Lucía Ramírez y Fernando Londoño. Porque dan la impresión que más que al club, pretenden propinar otra patada al uribismo y ajustarse al guion fariano y santista de que fue una guerra entre dos facciones y cualquier barbarie que cometieran tenía una justificación bélica.
Recuerden lo sucedido tras la masacre de 22 estudiantes en la Escuela de Policía General Santander. También dijeron que la Fiscalía y el Gobierno corrieron a lanzar el dedo acusador hacia el ELN sin pistas contundentes, que de pronto habían sido manos oscuras. Parecido a cuando las Farc acribillaron a balazos a los 11 diputados del Valle secuestrados. Debieron traer una comisión internacional de expertos forenses para analizar los cadáveres y certificar que fueron balas de la guerrilla y no las del Ejército, en un fallido intento de rescate, las que segaron sus vidas.
Ni hablar de la última escenificación sobre el famoso “entrampamiento”. Según los convocantes del debate, a Santrich y sus secuaces, incluyendo al cerebro de la matanza de El Nogal, los empujaron a volver a las armas por una argucia del malvado fiscal general y los norteamericanos. Tan inocentes son los guerrilleros disidentes, que Petro, Roy y Cepeda suplicaron que regresen al redil, que los reciben con los brazos abiertos. ¿Que qué pasa con los crímenes de las nuevas Farc-EP? Dirán que solo Néstor Humberto Martínez es responsable.
Triste un país que justifica y encumbra a los criminales.
No entiendo cómo pueden sentarse en sus curules regaladas sin sentir un ápice de vergüenza. Cómo siguen pontificando sobre la paz y la verdad, cómo tildan de criminal al Gobierno, reclaman justicia y tergiversan la Historia sin pudor.
¿Qué pensaron el jueves cuando conocieron la sentencia de la Corte Suprema? ¿No sintieron remordimiento? ¿O la celebraron como un triunfo?
No tengo la menor duda de que pretenden hacer del atentado de El Nogal otro Palacio de Justicia y están dando los pasos certeros para lograrlo. Cuentan con la ayuda de varios tribunales y de un orfeón político y social siempre dispuesto a desviar la atención y conseguir que la comunidad nacional e internacional sean indulgentes con sus salvajadas.
Lo descorazonador es que conseguirán su objetivo de culpar al Gobierno de la época mientras ellos se lavan las manos empapadas de sangre. Con un ingrediente adicional: extienden la responsabilidad a la entidad que sufrió de lleno el bombazo. Todos son culpables de los muertos y heridos excepto los asesinos.
Ahora resulta que los socios de El Nogal, ciudadanos que nada tuvieron que ver con la matanza, deberán pagar 900 millones a la familia de dos víctimas porque el club, asegura el fallo de la Corte Suprema, no supo proteger su sede pese a circular informaciones secretas de que los terroristas planeaban atentar contra algún lugar exclusivo del norte de Bogotá.
Antes había sido el Consejo de Estado el que condenó a los ministerios de Defensa e Interior a cancelar una indemnización a otros damnificados por no haber evitado la tragedia. La Corte Constitucional tumbó el exabrupto, pero sentó las bases para que demandaran a El Nogal. Aún faltan varias decisiones judiciales que seguro irán en la misma dirección: el club no tuvo en cuenta que el ministro del Interior había sido su presidente y la ministra de Defensa visitaba sus instalaciones. Sin dejar de lado que la extrema izquierda desliza la falsedad, difundida en su día por las propias Farc, de que el Gobierno Uribe se reunía allá con paramilitares. Es decir, quieren hacer creer que El Nogal era un objetivo legítimo en la guerra civil que se han inventado, y que si estalló un carro bomba fue por descuido del club y temeridad del Gobierno.
Quedamos notificados de que empresas, almacenes, centros comerciales, etc., son los culpables de la barbarie terrorista que ocurra en sus instalaciones. Cuidado con dejar entrar a militares o integrantes de los Gobiernos por poner en riesgo al resto de clientes.
Al margen de la sentencia, es evidente que existe un patrón de la extrema izquierda para exculpar a las Farc y al ELN.
En el caso de El Nogal, aunque todas las pruebas apuntaban hacia las Farc, sus defensores habituales corrieron a lanzarles un salvavidas. Pusieron en duda su participación, más aún cuando el secretariado de las Farc, algunos de cuyos miembros se pavonean en el Senado, emitió un comunicado negando su participación y culpando a Uribe, lo que agitó en su momento el debate sobre la autoría de la masacre.
“Tras una paciente, rigurosa y seria investigación”, concluyeron que ninguno de sus frentes ejecutó la carnicería. Y recalcaron que consideraban “muy sospechosa la prontitud con que los representantes del Estado y del Gobierno colombiano salieron a señalar a las Farc”.
Fueron muchas las voces, siempre indulgentes con los grupos guerrilleros, que les creyeron y pidieron investigar mejor con la secreta esperanza de que no fueran ellos. La izquierda radical lograba, por tanto, sembrar confusión y dudas y cuando ya no pudieron torcer la verdad por más tiempo, sacaron de la chistera unas extravagantes razones para dirigir las culpas hacia la otra orilla.
Por desgracia, también hubo jueces que compraron sus engaños y libraron a los terroristas de las consecuencias de su violencia. La pregunta que me hago es si hubieran fallado en el mismo sentido en un atentado ocurrido bajo un Gobierno diferente a Uribe y si entre los señalados no figuraran Marta Lucía Ramírez y Fernando Londoño. Porque dan la impresión que más que al club, pretenden propinar otra patada al uribismo y ajustarse al guion fariano y santista de que fue una guerra entre dos facciones y cualquier barbarie que cometieran tenía una justificación bélica.
Recuerden lo sucedido tras la masacre de 22 estudiantes en la Escuela de Policía General Santander. También dijeron que la Fiscalía y el Gobierno corrieron a lanzar el dedo acusador hacia el ELN sin pistas contundentes, que de pronto habían sido manos oscuras. Parecido a cuando las Farc acribillaron a balazos a los 11 diputados del Valle secuestrados. Debieron traer una comisión internacional de expertos forenses para analizar los cadáveres y certificar que fueron balas de la guerrilla y no las del Ejército, en un fallido intento de rescate, las que segaron sus vidas.
Ni hablar de la última escenificación sobre el famoso “entrampamiento”. Según los convocantes del debate, a Santrich y sus secuaces, incluyendo al cerebro de la matanza de El Nogal, los empujaron a volver a las armas por una argucia del malvado fiscal general y los norteamericanos. Tan inocentes son los guerrilleros disidentes, que Petro, Roy y Cepeda suplicaron que regresen al redil, que los reciben con los brazos abiertos. ¿Que qué pasa con los crímenes de las nuevas Farc-EP? Dirán que solo Néstor Humberto Martínez es responsable.
Triste un país que justifica y encumbra a los criminales.