Vacuna antipopulista

Es el populismo autoritario: igual que Trump, Petro ha usado las redes para saludar la violencia.

Mauricio Vargas
Mauricio Vargas | El Tiempo | 10 de enero de 2021

“Vayan, sean salvajes”, tuiteó el presidente Donald Trump antes de la manifestación de sus fanáticos este miércoles frente al Capitolio en Washington, en uno de los muchos mensajes incendiarios lanzados por él y su camarilla desde hace días, tras señalar al 6 de enero como el día del “ajuste de cuentas”. Así, en lengua mafiosa, los trumpistas marcaron la fecha en que el Congreso debía certificar la victoria de Joe Biden y de Kamala Harris como presidente y vicepresidenta de Estados Unidos, para posesionarse el 20 de enero.

Miles de idólatras de Trump se juntaron en la capital desde el amanecer del 6, con banderas y símbolos racistas y neonazis, liderados por un alienado disfrazado de búfalo. “Nunca concederemos la victoria”, les dijo Trump en un agresivo discurso esa mañana. Luego repitió su retahíla fantasiosa sobre el robo de las elecciones por Biden y los demócratas, denuncias que autoridades electorales, decenas de jueces y hasta la Corte Suprema rechazaron una y otra vez por carencia absoluta de pruebas.

El resultado del mitin no podía ser otro: cuando el Congreso en pleno inició su tarea de ratificación, una horda de energúmenos, algunos con fusiles, pistolas y cuchillos, asaltó el Capitolio y enfrentó a los guardias. Cuatro atacantes y un policía murieron, pero también murió parte del respeto a la democracia más antigua del planeta. Como dijo el expresidente George W. Bush: “Dimos la imagen de una república bananera”.

Los esbirros de Trump paralizaron la sesión. Pero a las 8 de la noche, despejado el Capitolio, los congresistas volvieron y quedó claro que al presidente le había salido el tiro por la culata. Varios de sus partidarios se le voltearon, indignados por el asalto. “Trataron de suspender la democracia –dijo el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, hasta entonces aliado firme de Trump–. Fallaron”. El senador republicano por Utah, Mitt Romney, acusó: “Se trató de una insurrección incitada por el presidente”. “Se acabó: Biden y Harris son legalmente los ganadores”, sentenció la senadora trumpista de Carolina del Sur Lindsey Graham.

A medianoche, el vicepresidente Mike Pence, cabeza constitucional del Senado y a quien Trump le había exigido impedir la ratificación de Biden, proclamó al demócrata como nuevo mandatario. Al día siguiente renunciaron varios altos funcionarios del Gobierno en protesta por la actitud de Trump, quien, el jueves en la noche, en un video, por fin aceptó la derrota: “El Congreso ha certificado los resultados electorales, una nueva administración tomará posesión el 20 de enero, y ahora me centraré en asegurar una transición ordenada y sin interrupciones”.

¿Muy tarde? Varios congresistas quieren procesarlo por haber incitado a la violencia, y la Fiscalía ha abierto una investigación. Mientras escribo estas líneas, no es seguro que Trump pueda seguir en la Casa Blanca hasta el 20 de enero. Lo ocurrido el miércoles –y en estos cuatro años en que Trump se pasó, una y otra vez, las instituciones y la ley por el forro– es una lección para todos los que creemos que la democracia, por muy imperfecta que sea, es el mejor gobierno inventado hasta ahora: debemos vacunarnos contra el populismo.

En Colombia, muchos asocian a Trump con Álvaro Uribe. Pero, con todo y sus defectos, el expresidente nunca incitó a una turba a la violencia. Quien sí lo ha hecho es Gustavo Petro al saludar los ataques violentos a los CAI y quien, al igual que Trump, ha asumido una actitud insurreccional. ¿No hay similitud acaso entre los asaltantes del Capitolio y la violenta petrista ‘Epa Colombia’? Trump y Petro se parecen como se parecían Hitler y Stalin. El populismo autoritario no es de izquierda ni de derecha: es del color de la manipulación y de la incitación al crimen.


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