La improvisación, las contradicciones y el temperamento explosivo y pendenciero de la alcaldesa Claudia López, empiezan a pasarle factura.
El año pasado, cuando comenzaba su mandato, los medios de comunicación tradicionales se volcaron a exaltarla, mostrándola como una gran gestora pública que estaba por encima de las disputas menores de la política tradicional.
Fueron los mismos medios que impulsaron su candidatura de forma abierta y, en no pocos casos, descarada.
Al decir popular, Claudia Nayibe López fue “madurada a punta de periódico”. Con titulares, entrevistas -que parecían publirreportajes-, se prefabricó una percepción perfectamente contraria a la realidad.
El paso del tiempo se ha encargado a poner sobre la mesa un hecho incontrastable: Bogotá está al mando de una mujer incapaz.
Y la valoración no es subjetiva. Basta con hacer una lectura detenida y serena de la evolución que realiza la firma Invamer para confirmar el desplome de la señora López Hernández.
Cuando asumió como alcaldesa, su imagen favorable era del 89% y el desfavorable de apenas el 9%.
Desde entonces, su aceptación va en caída libre. En abril del año pasado, cuando empezaba la incertidumbre por la pandemia, la alcaldesa bajó al 76%.
Su estrategia, equivocada de extremo a extremo, consistió en culpar al gobierno nacional por todos los aspectos negativos que trajo el COVID-19, mientras que los logros o acciones positivas se los adjudicó a si misma.
Mientras impulsaba el confinamiento ciudadano, fue vista en supermercado haciendo compras con su esposa, la polémica senadora Angélica Lozano. También, amenazó con que era menester pasar sobre su cuerpo inerte antes de abrir el aeropuerto El Dorado, pero no tuvo ningún inconveniente en viajar a Costa Rica a disfrutar de las vacaciones de comienzos de año.
Mientras los bogotanos padecían los rigores de la pandemia, la alcaldesa veraneaba de la mano de su pareja…
En los momentos críticos, los verdaderos líderes tienen la capacidad de poner de lado sus agendas personales, en aras de superar las dificultades. La López mostró su naturaleza mezquina y resolvió irse lanza en ristre contra el presidente y contra el ministro de Salud.
La sociedad estaba esperando que ella trabajara en equipo, cosa que no sucedió.
El resultado de su actitud se ve reflejado en la creciente desaprobación de su gestión que ahora se ubica en el 43%, 34 puntos más desde el día de su posesión hace 14 meses.
Claudia Nayibe López no ha estado a la altura de las circunstancias. La pandemia no es una ocasión para obtener ventaja política como ella ha intentado hacer. Los ciudadanos resienten que ella, en vez de atender la situación con generosidad y desprendimiento, continúe buscando un posicionamiento desesperado, pensando en su futuro electoral y no en el bienestar de los capitalinos.
El año pasado, cuando comenzaba su mandato, los medios de comunicación tradicionales se volcaron a exaltarla, mostrándola como una gran gestora pública que estaba por encima de las disputas menores de la política tradicional.
Fueron los mismos medios que impulsaron su candidatura de forma abierta y, en no pocos casos, descarada.
Al decir popular, Claudia Nayibe López fue “madurada a punta de periódico”. Con titulares, entrevistas -que parecían publirreportajes-, se prefabricó una percepción perfectamente contraria a la realidad.
El paso del tiempo se ha encargado a poner sobre la mesa un hecho incontrastable: Bogotá está al mando de una mujer incapaz.
Y la valoración no es subjetiva. Basta con hacer una lectura detenida y serena de la evolución que realiza la firma Invamer para confirmar el desplome de la señora López Hernández.
Cuando asumió como alcaldesa, su imagen favorable era del 89% y el desfavorable de apenas el 9%.
Desde entonces, su aceptación va en caída libre. En abril del año pasado, cuando empezaba la incertidumbre por la pandemia, la alcaldesa bajó al 76%.
Su estrategia, equivocada de extremo a extremo, consistió en culpar al gobierno nacional por todos los aspectos negativos que trajo el COVID-19, mientras que los logros o acciones positivas se los adjudicó a si misma.
Mientras impulsaba el confinamiento ciudadano, fue vista en supermercado haciendo compras con su esposa, la polémica senadora Angélica Lozano. También, amenazó con que era menester pasar sobre su cuerpo inerte antes de abrir el aeropuerto El Dorado, pero no tuvo ningún inconveniente en viajar a Costa Rica a disfrutar de las vacaciones de comienzos de año.
Mientras los bogotanos padecían los rigores de la pandemia, la alcaldesa veraneaba de la mano de su pareja…
En los momentos críticos, los verdaderos líderes tienen la capacidad de poner de lado sus agendas personales, en aras de superar las dificultades. La López mostró su naturaleza mezquina y resolvió irse lanza en ristre contra el presidente y contra el ministro de Salud.
La sociedad estaba esperando que ella trabajara en equipo, cosa que no sucedió.
El resultado de su actitud se ve reflejado en la creciente desaprobación de su gestión que ahora se ubica en el 43%, 34 puntos más desde el día de su posesión hace 14 meses.
Claudia Nayibe López no ha estado a la altura de las circunstancias. La pandemia no es una ocasión para obtener ventaja política como ella ha intentado hacer. Los ciudadanos resienten que ella, en vez de atender la situación con generosidad y desprendimiento, continúe buscando un posicionamiento desesperado, pensando en su futuro electoral y no en el bienestar de los capitalinos.