Saúl Hernández | Panam Post | 22 de marzo de 2022
Es grande la sensación de que, en las elecciones del 13 de marzo, hubo tongo. Pero, ¿en favor de quién? Los petristas fueron los que primero corrieron a hablar de fraude electoral. Sin embargo, de la nada les aparecieron 390.000 votos más; otras tres curules en el Senado (19) y casi 60.000 millones de pesos en reposición de votos.
Al Centro Democrático, en cambio, le borraron 54.000 votos y perdió una curul en el Senado (13). Pero en las redes pululan las denuncias de gente que votó, por ejemplo, por la María Fernanda Cabal, y en el formulario E14 correspondiente a la mesa ella sale con cero: se le desapareció el votico.
Y es que abundan los formularios E14 mal elaborados o manifiestamente adulterados, llenos de tachones y enmendaduras, donde se pueden ver anomalías tan graves y tan grandes como las de una mesa de Yumbo, Valle, de la que el formulario canta un total de 179 sufragantes, pero al Pacto Histórico de Gustavo Petro le anota 400 votos. Por eso se requiere un reconteo total.
Es una verdadera lástima que el debate electoral, que debería estar centrado en los temas que les interesan a los colombianos para mejorar sus vidas, se enfoque en los tejemanejes de la mecánica electoral. El registrador nacional, Alexánder Vega, es un politiquero con cuestionados antecedentes y denuncias gravísimas aún no aclaradas. En tanto que Petro hace rato viene dando pistas de que no aceptará un veredicto de las urnas que le sea desfavorable. Si pierde alegará fraude e incendiará el país.
Como si fuera poco, Petro ya está jugándole a la estrategia de no participar en debates, no solo para evitar que Gutiérrez, la misma Íngrid Betancourt u otros candidatos lo pongan en aprietos al confrontar sus argumentos sino porque la mayoría de las propuestas del candidato comunista son cosas absurdas que más parecen desvaríos de loco. No se equivocan quienes lo comparan con Goyeneche, aquel candidato que en los setenta proponía pavimentar el río Magdalena o hacer una marquesina gigante sobre Bogotá para que todos se escamparan de la lluvia.
Ya en Villavicencio había propuesto un tren hacia Bogotá y de ahí a Santa Marta, pero lo del tren de Buenaventura a Barranquilla fue la tapa. Propuestas hechas sin ningún estudio técnico que demuestre su necesidad y su viabilidad. Ocurrencias de última hora para engañar incautos, habladurías de borracho.
Por otra parte, lo de las pensiones es el anuncio del robo miserable del ahorro previsional obligatorio de millones de colombianos. Eso no es de los bancos ni del Estado, es plata de la gente. Es que hasta hablar de «expropiación» es usar un término muy suave para referirse a un vulgar saqueo como este que Petro propone.
Por eso, ahora Petro echa mano del concepto de «democratizar», que no pasa de ser un eufemismo que encubre con aires de legalidad y aparente justicia social la entronización de un nuevo sistema político que regentará los medios de producción después de democratizarlos (nacionalizarlos, expropiarlos, robarlos) como en Cuba o Venezuela. De ahí que tal vez no se pueda hablar de «fraude electoral» sino de una simple «democratización» de la jornada electoral.
Es grande la sensación de que, en las elecciones del 13 de marzo, hubo tongo. Pero, ¿en favor de quién? Los petristas fueron los que primero corrieron a hablar de fraude electoral. Sin embargo, de la nada les aparecieron 390.000 votos más; otras tres curules en el Senado (19) y casi 60.000 millones de pesos en reposición de votos.
Al Centro Democrático, en cambio, le borraron 54.000 votos y perdió una curul en el Senado (13). Pero en las redes pululan las denuncias de gente que votó, por ejemplo, por la María Fernanda Cabal, y en el formulario E14 correspondiente a la mesa ella sale con cero: se le desapareció el votico.
Y es que abundan los formularios E14 mal elaborados o manifiestamente adulterados, llenos de tachones y enmendaduras, donde se pueden ver anomalías tan graves y tan grandes como las de una mesa de Yumbo, Valle, de la que el formulario canta un total de 179 sufragantes, pero al Pacto Histórico de Gustavo Petro le anota 400 votos. Por eso se requiere un reconteo total.
Es una verdadera lástima que el debate electoral, que debería estar centrado en los temas que les interesan a los colombianos para mejorar sus vidas, se enfoque en los tejemanejes de la mecánica electoral. El registrador nacional, Alexánder Vega, es un politiquero con cuestionados antecedentes y denuncias gravísimas aún no aclaradas. En tanto que Petro hace rato viene dando pistas de que no aceptará un veredicto de las urnas que le sea desfavorable. Si pierde alegará fraude e incendiará el país.
Como si fuera poco, Petro ya está jugándole a la estrategia de no participar en debates, no solo para evitar que Gutiérrez, la misma Íngrid Betancourt u otros candidatos lo pongan en aprietos al confrontar sus argumentos sino porque la mayoría de las propuestas del candidato comunista son cosas absurdas que más parecen desvaríos de loco. No se equivocan quienes lo comparan con Goyeneche, aquel candidato que en los setenta proponía pavimentar el río Magdalena o hacer una marquesina gigante sobre Bogotá para que todos se escamparan de la lluvia.
Ya en Villavicencio había propuesto un tren hacia Bogotá y de ahí a Santa Marta, pero lo del tren de Buenaventura a Barranquilla fue la tapa. Propuestas hechas sin ningún estudio técnico que demuestre su necesidad y su viabilidad. Ocurrencias de última hora para engañar incautos, habladurías de borracho.
Por otra parte, lo de las pensiones es el anuncio del robo miserable del ahorro previsional obligatorio de millones de colombianos. Eso no es de los bancos ni del Estado, es plata de la gente. Es que hasta hablar de «expropiación» es usar un término muy suave para referirse a un vulgar saqueo como este que Petro propone.
Por eso, ahora Petro echa mano del concepto de «democratizar», que no pasa de ser un eufemismo que encubre con aires de legalidad y aparente justicia social la entronización de un nuevo sistema político que regentará los medios de producción después de democratizarlos (nacionalizarlos, expropiarlos, robarlos) como en Cuba o Venezuela. De ahí que tal vez no se pueda hablar de «fraude electoral» sino de una simple «democratización» de la jornada electoral.