Eduardo Mackenzie | El Expediente | 7 de julio de 2022
He aquí un episodio poco conocido de Francia Márquez Mina, de racialismo y victimización artificial, y de propaganda sucia contra Colombia en la prensa francesa.
Jeune Afrique es una importante revista mensual, publicada en París, que dice estar “al servicio de una África soberana, ambiciosa e innovante”. El 4 de septiembre de 2018, ese medio publicó una entrevista con la actual Vicepresidente electa colombiana (1). Claro, en ese momento la abogada Márquez no había llegado a esas alturas. Jeune Afrique la entrevistó en su calidad de “líder nacional e internacional de la lucha contra la minería ilegal”.
En un momento, la activista “afro-colombiana” –la definición es de ella– desvió la atención hacia otro tópico: Colombia como país horrible, como dictadura brutal y corrompida hasta los tuétanos. En efecto, la admiradora de la comunista Ángela Davis, dijo a la respetable revista que Colombia es un país donde reina el “racismo estructural”. Ella lanzó esa enorme mentira sin inmutarse, e insistió: ese racismo “nunca desaparecerá desgraciadamente de Colombia”.
Tal frase abrió una brecha y le permitió hundir el clavo. “La sociedad colombiana me enseñó a avergonzarme de ser una mujer negra”. Obviamente, tal sofisma se convirtió en el título de la entrevista. En una entrevista en Colombia, en 2018, cuando ganó el Premio Medioambiental Goldman, ella llegó a decir que había un “genocidio étnico” en Colombia, que la educación que había recibido era “racista”, y que los libros que leyó “en la escuela” decían que sus ancestros eran “esclavos por naturaleza” (2). ¿Qué libros escolares dicen eso? ¿Colombia enseña a los niños a ser racistas? Tal afirmación es abyecta.
Si bien en 1823 fue prohibida totalmente la venta de esclavos, en 1851 Colombia logró abolir efectivamente la esclavitud.
Francia Márquez acusó enseguida al Estado colombiano de ser “cómplice” de quienes practican la minería ilegal pues él “ve pasar esas cosas bajo sus ojos sin hacer nada”. Jeune Afrique parecían ignorar que el activismo de Francia Márquez contra la minería ilegal no es claro y que en 2014 un exconcejal del municipio de Suárez, Cauca, Lisifeey Ararat, esposo de Alexa Leonor Mina, hermana de Francia Márquez, admitió que unas familias, entre ellas los Márquez y los Mina, controlaban el territorio minero de esa región. En diciembre de 2010, la Corte Constitucional le había dado la razón al Consejo Comunitario de La Toma, dirigido por Francia Márquez, y suspendido la licencia de explotación a un minero, Héctor Jesús Sarria, en la vereda La Carolina, cerca de La Toma.
“Suárez Cauca es un territorio rodeado por seis ríos y montañas llenas de oro. Son 389,87 Km2 de los cuales 386,30 corresponden al área rural y 3,57 a la parte urbana. La lucha contra las empresas mineras la lidera el Proceso de Comunidades Negras (PCN) organización que formó a Francia Márquez y hace parte de los movimientos del ALBA creada por Hugo Chávez y Fidel Castro”, reveló la revista colombiana El Expediente en abril de 2022.
La reacción de Francia Márquez contra ese escrito fue excesiva: insultó a Gustavo Rugeles, el periodista que había divulgado esos datos y exigió que un juez le cerrara la boca al investigador. El 23 de mayo de 2022, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ripostó: le llamó la atención a Francia Márquez por su actitud y le exigió que se abstuviera “de hacer manifestaciones que puedan resultar en violencia contra los medios, periodistas o contradictores” y que “promoviera en su partido el respeto por la prensa”. El partido de Francia Márquez no está, en efecto, en olor de santidad: ha organizado “paros cívicos” (violentos levantamientos) que atacaron órganos de prensa y dejaron en 2021 centenas de muertos, heridos y mutilados de la fuerza pública en varias ciudades. Peor: una frase de rechazo de la doctora Márquez puede resultar en agresiones irreparables. Ella como candidata recibió el respaldo político de estructuras criminales como las “Primeras Líneas” (los vándalos de los “paros cívicos”) y de la banda narco-terrorista ELN.
En su diálogo con Jeune Afrique, Francia Márquez señaló que por su activismo “social” había tenido que huir de Suárez y refugiarse en Cali. Adujo que había recibido cinco amenazas de muerte de paramilitares y que por ello había tenido que abandonar a su familia y a sus amigos y que en Cali se encontraba rodeada de peligros. “En la calle miro todo para ver si me siguen. Yo desconfió de todo el mundo”.
Paradójicamente, ella organizó en 2014 una caminata hacia Bogotá con 15 mujeres del poblado La Toma “para pedirle cuentas al gobierno”. Nadie las atacó durante los 10 días de marcha. En la capital, ingresaron por la fuerza al ministerio del Interior y se declararon en “asamblea permanente”. En lugar de maltratarlas y segregarlas (por aquello del “racismo estructural”) el ministro las recibió, tomó nota de sus denuncias y firmó un acuerdo con ellas. Empero, Márquez le dijo a Jeune Afrique que el ministro había incumplido el acuerdo. El gobierno, por el contrario, suspendió la actividad a los orpayeros que habían desembarcado maquinaria pesada en La Toma para sacar oro ilegalmente y envió al Ejército para hacer respetar la orden. Los militares destruyeron con explosivos las enormes retroexcavadoras Caterpillar de los intrusos recalcitrantes. El gobierno, además, le otorgó a Francia Márquez un equipo de guardaespaldas para protegerla y hoy hay 27 consejos comunitarios reconocidos por el Estado. Tras ese episodio, Francia Márquez viajó a La Habana a rendirle cuentas a los “negociadores” de las FARC.
Esos detalles no aparecen en lo dicho por Francia Márquez a Jeune Afrique.
Es verdad que Francia Márquez impidió que la extractora de oro sudafricana Anglogold Ashanti trabajara en Suárez, Cauca. Pero en ese hecho, y en otras acciones (reglamentaciones, sanciones y multas a esa firma), intervinieron actores públicos y privados colombianos, como el ministerio del Interior, el ministerio de Minas, la Fuerza Pública, la Corte Constitucional, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), la Universidad del Cauca, la Universidad Distrital de Santander, la Universidad Santiago de Cali, la Agencia Nacional de Minería (ANM), Ingeominas y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales.
Estas organizaciones luchan para evitar que la situación actual -de las 55 toneladas de oro que produce Colombia, solo 7 toneladas son legales, según el diario El Espectador- continúe y la producción aumente en condiciones de legalidad, control y transparencia. Ni el gobierno ni la sociedad colombiana son “cómplices de la minería ilegal”.
Toda extracción de oro contamina ríos y ecosistemas. Empero, Francia Márquez presenta las cosas como si la “minería artesanal”, que suele ser también ilegal, fuera angelical, no contaminante, no peligrosa para la naturaleza ni para los mineros. En mayo de 2014, la muerte accidental de 13 mineros en Santander de Quilichao (Cauca), relanzó el problema de ese tipo de minería. La Anglogold Ashanti fue condenada a pagar 60 mil millones de pesos por ello. Pero ésta alegó que “desde diciembre de 2013 hasta junio de 2014 la concesión minera estuvo suspendida debido a la alteración del orden público, que no permitía a la compañía realizar actividades de exploración”.
¿Por qué Francia Márquez exige que los jueces “suspendan todas las autorizaciones de explotación minera”, salvo las de su familia? Francia Márquez dice defender las comunidades “afro-colombianas” del Cauca. Pero la no reglamentación de la minería “artesanal”, ilegal o no, bloquea el desarrollo de la producción legal que podría estar en manos de las comunidades del Cauca.
Llama la atención el hecho de que casi cuatro años después de la entrevista, Jeune Afrique no haya vuelto a evocar el caso de Francia Márquez, a pesar de que la revista sabe que el 19 de junio pasado ella fue elegida Vicepresidente de Colombia.
¿Será que la doctora Márquez y esa revista no saben cómo explicar ese hecho? ¿Jeune Afrique no había descrito a Francia Márquez como una víctima del “racismo estructural” colombiano y al gobierno como un “cómplice” de la minería ilegal? ¿Por qué la Anglogold Ashanti ya no está en capacidad de afectar con sus máquinas el río Ovejas? ¿Por qué una sociedad y un Estado “racistas” contribuyeron a que Francia Márquez fuera elegida Vicepresidente de Colombia?
Las ediciones de junio y julio de Jeune Afrique no dijeron una palabra sobre la campaña electoral en la que Francia Márquez corrió al lado del marxista Gustavo Petro. La nueva posición que ocupará Márquez en el poder ejecutivo prueba que sus acusaciones contra Colombia son infundadas. Colombia no es ni ha sido un país racista. Jeune Afrique debería pedir perdón a Colombia por difundir tal calumnia. A título de reparación, esa revista podría escribir un artículo que cuente cómo, desde hace más de 60 años, las guerrillas marxistas brutalizan y aterrorizan las comunidades afro-descendientes del Cauca para dividirlas y explotarlas. Francia Márquez prefirió omitir eso, atribuirse todos los méritos y callar una parte esencial de la verdad de lo que vive la población caucana. Francia Márquez debería presentar sus excusas por haber calumniado a Colombia desde un órgano de prensa extranjero.
(1).- jeuneafrique.com/624204/socie… (2).- youtube.com/watch?v=Y983J4_n2EM
He aquí un episodio poco conocido de Francia Márquez Mina, de racialismo y victimización artificial, y de propaganda sucia contra Colombia en la prensa francesa.
Jeune Afrique es una importante revista mensual, publicada en París, que dice estar “al servicio de una África soberana, ambiciosa e innovante”. El 4 de septiembre de 2018, ese medio publicó una entrevista con la actual Vicepresidente electa colombiana (1). Claro, en ese momento la abogada Márquez no había llegado a esas alturas. Jeune Afrique la entrevistó en su calidad de “líder nacional e internacional de la lucha contra la minería ilegal”.
En un momento, la activista “afro-colombiana” –la definición es de ella– desvió la atención hacia otro tópico: Colombia como país horrible, como dictadura brutal y corrompida hasta los tuétanos. En efecto, la admiradora de la comunista Ángela Davis, dijo a la respetable revista que Colombia es un país donde reina el “racismo estructural”. Ella lanzó esa enorme mentira sin inmutarse, e insistió: ese racismo “nunca desaparecerá desgraciadamente de Colombia”.
Tal frase abrió una brecha y le permitió hundir el clavo. “La sociedad colombiana me enseñó a avergonzarme de ser una mujer negra”. Obviamente, tal sofisma se convirtió en el título de la entrevista. En una entrevista en Colombia, en 2018, cuando ganó el Premio Medioambiental Goldman, ella llegó a decir que había un “genocidio étnico” en Colombia, que la educación que había recibido era “racista”, y que los libros que leyó “en la escuela” decían que sus ancestros eran “esclavos por naturaleza” (2). ¿Qué libros escolares dicen eso? ¿Colombia enseña a los niños a ser racistas? Tal afirmación es abyecta.
Si bien en 1823 fue prohibida totalmente la venta de esclavos, en 1851 Colombia logró abolir efectivamente la esclavitud.
Francia Márquez acusó enseguida al Estado colombiano de ser “cómplice” de quienes practican la minería ilegal pues él “ve pasar esas cosas bajo sus ojos sin hacer nada”. Jeune Afrique parecían ignorar que el activismo de Francia Márquez contra la minería ilegal no es claro y que en 2014 un exconcejal del municipio de Suárez, Cauca, Lisifeey Ararat, esposo de Alexa Leonor Mina, hermana de Francia Márquez, admitió que unas familias, entre ellas los Márquez y los Mina, controlaban el territorio minero de esa región. En diciembre de 2010, la Corte Constitucional le había dado la razón al Consejo Comunitario de La Toma, dirigido por Francia Márquez, y suspendido la licencia de explotación a un minero, Héctor Jesús Sarria, en la vereda La Carolina, cerca de La Toma.
“Suárez Cauca es un territorio rodeado por seis ríos y montañas llenas de oro. Son 389,87 Km2 de los cuales 386,30 corresponden al área rural y 3,57 a la parte urbana. La lucha contra las empresas mineras la lidera el Proceso de Comunidades Negras (PCN) organización que formó a Francia Márquez y hace parte de los movimientos del ALBA creada por Hugo Chávez y Fidel Castro”, reveló la revista colombiana El Expediente en abril de 2022.
La reacción de Francia Márquez contra ese escrito fue excesiva: insultó a Gustavo Rugeles, el periodista que había divulgado esos datos y exigió que un juez le cerrara la boca al investigador. El 23 de mayo de 2022, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ripostó: le llamó la atención a Francia Márquez por su actitud y le exigió que se abstuviera “de hacer manifestaciones que puedan resultar en violencia contra los medios, periodistas o contradictores” y que “promoviera en su partido el respeto por la prensa”. El partido de Francia Márquez no está, en efecto, en olor de santidad: ha organizado “paros cívicos” (violentos levantamientos) que atacaron órganos de prensa y dejaron en 2021 centenas de muertos, heridos y mutilados de la fuerza pública en varias ciudades. Peor: una frase de rechazo de la doctora Márquez puede resultar en agresiones irreparables. Ella como candidata recibió el respaldo político de estructuras criminales como las “Primeras Líneas” (los vándalos de los “paros cívicos”) y de la banda narco-terrorista ELN.
En su diálogo con Jeune Afrique, Francia Márquez señaló que por su activismo “social” había tenido que huir de Suárez y refugiarse en Cali. Adujo que había recibido cinco amenazas de muerte de paramilitares y que por ello había tenido que abandonar a su familia y a sus amigos y que en Cali se encontraba rodeada de peligros. “En la calle miro todo para ver si me siguen. Yo desconfió de todo el mundo”.
Paradójicamente, ella organizó en 2014 una caminata hacia Bogotá con 15 mujeres del poblado La Toma “para pedirle cuentas al gobierno”. Nadie las atacó durante los 10 días de marcha. En la capital, ingresaron por la fuerza al ministerio del Interior y se declararon en “asamblea permanente”. En lugar de maltratarlas y segregarlas (por aquello del “racismo estructural”) el ministro las recibió, tomó nota de sus denuncias y firmó un acuerdo con ellas. Empero, Márquez le dijo a Jeune Afrique que el ministro había incumplido el acuerdo. El gobierno, por el contrario, suspendió la actividad a los orpayeros que habían desembarcado maquinaria pesada en La Toma para sacar oro ilegalmente y envió al Ejército para hacer respetar la orden. Los militares destruyeron con explosivos las enormes retroexcavadoras Caterpillar de los intrusos recalcitrantes. El gobierno, además, le otorgó a Francia Márquez un equipo de guardaespaldas para protegerla y hoy hay 27 consejos comunitarios reconocidos por el Estado. Tras ese episodio, Francia Márquez viajó a La Habana a rendirle cuentas a los “negociadores” de las FARC.
Esos detalles no aparecen en lo dicho por Francia Márquez a Jeune Afrique.
Es verdad que Francia Márquez impidió que la extractora de oro sudafricana Anglogold Ashanti trabajara en Suárez, Cauca. Pero en ese hecho, y en otras acciones (reglamentaciones, sanciones y multas a esa firma), intervinieron actores públicos y privados colombianos, como el ministerio del Interior, el ministerio de Minas, la Fuerza Pública, la Corte Constitucional, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), la Universidad del Cauca, la Universidad Distrital de Santander, la Universidad Santiago de Cali, la Agencia Nacional de Minería (ANM), Ingeominas y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales.
Estas organizaciones luchan para evitar que la situación actual -de las 55 toneladas de oro que produce Colombia, solo 7 toneladas son legales, según el diario El Espectador- continúe y la producción aumente en condiciones de legalidad, control y transparencia. Ni el gobierno ni la sociedad colombiana son “cómplices de la minería ilegal”.
Toda extracción de oro contamina ríos y ecosistemas. Empero, Francia Márquez presenta las cosas como si la “minería artesanal”, que suele ser también ilegal, fuera angelical, no contaminante, no peligrosa para la naturaleza ni para los mineros. En mayo de 2014, la muerte accidental de 13 mineros en Santander de Quilichao (Cauca), relanzó el problema de ese tipo de minería. La Anglogold Ashanti fue condenada a pagar 60 mil millones de pesos por ello. Pero ésta alegó que “desde diciembre de 2013 hasta junio de 2014 la concesión minera estuvo suspendida debido a la alteración del orden público, que no permitía a la compañía realizar actividades de exploración”.
¿Por qué Francia Márquez exige que los jueces “suspendan todas las autorizaciones de explotación minera”, salvo las de su familia? Francia Márquez dice defender las comunidades “afro-colombianas” del Cauca. Pero la no reglamentación de la minería “artesanal”, ilegal o no, bloquea el desarrollo de la producción legal que podría estar en manos de las comunidades del Cauca.
Llama la atención el hecho de que casi cuatro años después de la entrevista, Jeune Afrique no haya vuelto a evocar el caso de Francia Márquez, a pesar de que la revista sabe que el 19 de junio pasado ella fue elegida Vicepresidente de Colombia.
¿Será que la doctora Márquez y esa revista no saben cómo explicar ese hecho? ¿Jeune Afrique no había descrito a Francia Márquez como una víctima del “racismo estructural” colombiano y al gobierno como un “cómplice” de la minería ilegal? ¿Por qué la Anglogold Ashanti ya no está en capacidad de afectar con sus máquinas el río Ovejas? ¿Por qué una sociedad y un Estado “racistas” contribuyeron a que Francia Márquez fuera elegida Vicepresidente de Colombia?
Las ediciones de junio y julio de Jeune Afrique no dijeron una palabra sobre la campaña electoral en la que Francia Márquez corrió al lado del marxista Gustavo Petro. La nueva posición que ocupará Márquez en el poder ejecutivo prueba que sus acusaciones contra Colombia son infundadas. Colombia no es ni ha sido un país racista. Jeune Afrique debería pedir perdón a Colombia por difundir tal calumnia. A título de reparación, esa revista podría escribir un artículo que cuente cómo, desde hace más de 60 años, las guerrillas marxistas brutalizan y aterrorizan las comunidades afro-descendientes del Cauca para dividirlas y explotarlas. Francia Márquez prefirió omitir eso, atribuirse todos los méritos y callar una parte esencial de la verdad de lo que vive la población caucana. Francia Márquez debería presentar sus excusas por haber calumniado a Colombia desde un órgano de prensa extranjero.
(1).- jeuneafrique.com/624204/socie… (2).- youtube.com/watch?v=Y983J4_n2EM